Te amo, pero te dejo…

Por Ada Angélica Rivas

“No queda otra, más que tener fortaleza, tratar de cicatrizar rápido las heridas y seguir, porque no merezco una vida oscura y tóxica”, me cuenta con un largo café en una tarde gris, una de mis mejores amigas, que hace rato me estaba pidiendo la esperada conversa de mujeres grandes. La veo bien, parada y digna. Me gusta este capítulo de su vida, doloroso pero asumido, dejar atrás una historia hermosa pero brutal, donde lo hermoso era un 30 por ciento y lo brutal un 70. Ya era hora.

Conocí una vez al personaje en cuestión y quedé con la sensación de que algo no estaba bien. No hablaba mucho, pero era desubicado, de inmediato alabó a mi amiga y le tiró mierda a su ex, para él era una “desgraciada y loca”, qué fuerte cómo se refirió a la madre de su hija con la que vivió más de 15 años. No respondí. Estaba de visita. Pero luego le dije a mi socia, “sabes que este tipo me da mala espina, es un misógino, ¿No te das cuenta como odia a las mujeres? ¿Qué haces ahí? Sal corriendo! La próxima serás tú!”.

Entre tanta conversa se fue revelando sin querer el niño interior herido de este hombre que nunca había crecido y ahora tenía más de 50. No sabía hacer nada, pues su madre lo crió como un parásito, solo faltaba que le masticaran la comida. ¿De qué sirvió crear un ser humano inútil? La respuesta era que nunca se moviera del lado de su progenitora, así lo mantuvo toda la vida, como un sirviente, usándolo a su agrado, con desprecio, con epítetos varios que minaban en forma permanente su autoestima.

Este hombre, odiador de mujeres, de personalidades múltiples, replicaba todo lo que era la madre, un ser vil, que detestaba a los seres humanos que la rodeaban y solo los utilizaba en su propio beneficio. ¡Era que no! Tuvo una pareja como recipiente de sus fluidos, de su amargura intrínseca, de su soledad que lo mantuvo lejos de la sociedad. Este hombre, que no respetaba a las mujeres, era la pareja nueva de mi amiga. “Sal corriendo, por favor”, le dije la última vez que la vi.

Ella se creía salvadora del mundo, porque tuvo una infancia plena, sin abusos de ningún tipo, al contrario de la vida de él, que era abusado por el padre y la madre, y como un niño indefenso estuvo solo y no hubo nadie que viera lo que sus ojos callaban. Ella se quiso quedar más tiempo, convirtiéndose casi en su terapeuta, el receptáculo mental donde caía el dolor y la historia de un ser humano que nació vacío, con deficiencias varias y el alma destruida en mil pedazos.

¡Sal de ahí! Le dije por whatsApp cuando ella me contaba que ese día se le habían pasado las copas, se había tirado al suelo, golpeándose contra la pared, porque le había dado una crisis. Mi amiga no era la salvadora de una vida enferma y doliente. No había más que hacer. Todos los intentos fueron fallidos.

Ya casi la tenía convencida que el “te amo, pero te dejo” aquí debía operar con urgencia, que el amor también era dejar al otro que viviera su propia vida, que había que soltar. Pero fue tarde… A veces, las palabras ni el amor son suficientes, cuando la mente está enferma.

Le escribí un whatsApp y nadie respondió. El niño herido en forma persistente por medio siglo cobró venganza de esa madre dominante, y agotó el aliento de mi amada amiga esa noche que ella había decidido partir. No salió corriendo… alguien tenía que pagar…


 

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Una visita inspectiva a la posta rural de Visviri realizó director (s) del Servicio de Salud Arica

Activan Comité Operativo de Emergencia por aumento de precipitaciones en Parinacota

“Construcciones Patrimoniales e Históricas de Arica” N°2: Catedral San Marcos de Arica