Por: Ximena Torres Cautivo Este ha sido un año de mierda. Literalmente. Lo ha sido primero para los que han perdido la vida y para los que han perdido a un ser querido, sin poder despedirse y despedirlo; para los que han sobrevivido pero batallan para aprender de nuevo a respirar, con deterioro evidente, y para los profesionales y técnicos de la salud que han padecido la muerte de sus pacientes y el fantasma del contagio a diario. En segundo lugar están los que se han quedado sin pega, sin sus pequeños ingresos como vendedores ambulantes o sin sus emprendimientos de subsistencia, sin techo por no poder pagar el arriendo, sin aprender a leer o conocer a sus compañeros novatos o mechones o como se diga, según sea, sin sus prácticas profesionales, sin sus magros fondos de pensiones, sin poder operarse, sin relaciones personales, sin sueños e ilusiones. Pero en el listado de los que peor lo han pasado están las personas grandes. Los adultos mayores. Esos que deberían estar en el centro, pr...